26 ene 2012

2012

Según dicen, los mayas terminaron su cálculo de fechas en el calendario en el 2012. Unos dicen que es el fin de una era, otros, que es el principio. Algunas voces expertas dicen que, simplemente, se les acabó el espacio en la piedra en la que labraban el calendario y le pararon ahí.

La verdad es que no vale la pena preocuparse por que no podemos ir a ningún lugar fuera de este planeta.

Ni siquiera lo pienso, mejor pienso en los momentos que pasan y en los planes que tenemos para el futuro, si se termina el mundo (ese es el único inconveniente) no podremos realizarlos pero..., ya para entonces no va a importar mucho.

El 2012 incia con cambios: por un lado, me acabo de conseguir una traductora profesional, por otro, mis hijos siguen creciendo y enseñándome cada día las maravillas de la vida, esas que siempre han estado ahí, pero que conforme crecemos, las vamos olvidando.

Hace tiempo que no me reía cuando tendía la cama, pero mis hijos me enseñaron que sentir la sábana cuando se sacude, hace reír; lo mismo que las competencias de brinquitos; o cantar a todo pulmón en la calle siempre que pasamos por una casa donde en el suelo pusieron azulejos de colores.

Tampoco me acordaba de lo divertido que es hacer trompetillas, es más, me acabo de enterar que es un excelente ejercicio para los que quieren aprender a cantar. Ni lo genial que es meterse a bañar, en realidad, mis niños entran felices al baño por que saben que van a jugar, lo difícil es sacarlos de la regadera.

En fin, lo realmente importante en este 2012 es admirar las pequeñas cosas que nos regla la vida, y a mi, la vida me ha dado de más.

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