17 mar 2009

Los otros cómplices

Empezé a escribir esto el día en que más fuerte me dió la gripe ¡y qué gripe!

No cabe duda que los niños son una maravilla, y no hablo de uno en especial, hablo de todos; piensa en uno y lo verás, hasta la más sangrona. Pero hay algunos que nos hacen más gracia que otros y algunos que les aguantaríamos lo que fuera: Isabela para ti, Miguelito para mi. A ambos los queremos mucho, igual que a sus hermanos, pero ellos tienen un “algo” especial que a cada uno nos enamora de una manera magica. Nada más que yo tengo más sobrinos y con todos padecí la misma enfermedad, la misma que me hace bromear tanto con mis sobrinotes.

Me encanta Miguel. Me encanta por que tiene un encanto pícaro que yo formé, por que tiene la travesura que veía en mi Mamá (tuviste sólo una probadita de las diabluras de que era capaz mi Madre) y la inteligencia de mis hermanos, el buen corazón de Pedrito y la propiedad para expresarse de mi Papá.

Ese niñito que me iba a despertar a raquetazos en las mañanas tenía el poder, no solo para levantarme, sino para hacerlo de esa manera que un angelito lo puede hacer, y además te alegran la mañana al verles la carita. Ese niño que corría en la banqueta cuando iba a ver a mi novia, me hacía regresar para darle un abrazo. Y..., podría seguir mucho, realmente podría escribir muchísimas anécdotas de mis sobrinos..., no, voy a seguir: Miguel tiene un carrito eléctrico que al principio le daba miedo por el ruido que hacía, pero después, hasta me atropellaba. Cuando recién nació, se despertaba entre 2 y 3 de la madrugada que era la hora en que yo regresaba de trabajar, así que en las noches podía saludarlo y abrazarlo, era muy pequeño y se dejaba sin quejarse.

Otro día aprendió a darse marometas, otro más a brincar en un pie; no cabe duda que los niños son una cosa increíble y nos ponen a hacer el ridículo, como dar marometas en el patio o brinar por la calle en un pie.

Siempre me pregunté ¿cuánto amor tendré para mi propio hijo si tengo tanto amor por cada uno de mis sobrinos? Tanto en realidad, que ni yo sabía que podía querer tanto como a mi “Güerito”, que es mi primer sobrino y que también disfruté mucho.

Ahora que tengo mi angelito y ni yo me lo creo; es hermoso, es gracioso, es un verdadero sol en la casa, corre, levanta los brazos, se ríe, aprende y –como alguna vez tu lo dijiste– nos enseña ¡y de que manera! Es genial como aprende todo, como prueba y analiza todo lo que hay a su alrededor. Y lo mejor es que tú, su Mamita, eres la luz de sus ojos y serás siempre para él la mujer más maravillosa de todo el universo y ese hecho, nada ni nadie lo va a cambiar....

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